Toda la verdad sobre la Tragedia de los Andes con fotos increíbles

La Tragedia y el Milagro de los Andes

En la Tragedia de los Andes, un avión que trasladaba a 45 pasajeros y tripulantes, se estrelló en la cordillera del mismo nombre. A pesar de todas las inclemencias, sobrevivieron 16 personas. Esto sucedió el 13 de octubre de 1972.

Los sobrevivientes, en cada una de sus charlas y conferencias, hacen un homenaje a todos los integrantes del vuelo. Eran jóvenes con una vida llena de esperanza. Afortunadamente, han formado sus familias, tienen sus carreras y han salido adelante en la vida.

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Así quedó el avión

Así quedó el avión incrustado en la montaña, partido al medio y mimetizado con el entorno. Los sobrevivientes de la tragedia se quedaron solos, en un lugar inhóspito, con temperaturas extremas y en el medio de la nada. El mundo habló de ellos pero los olvidó rápidamente.

Los dieron por muertos. Era imposible que la gente sobreviviera el impacto del avión contra las montañas. Aún en caso de quedar con vida, era imposible sobrevivir a las condiciones atmosféricas inhumanas. De encontrarse el avión, las personas estarían muertas.

45 personas a bordo

El avión, un Fairchild FH-227D de la Fuerza Aérea Uruguaya, despegó sin problemas pero cuando ya estaba sobre la Cordillera de los Andes, chocó contra la montaña. El vuelo chárter llevaba 41 pasajeros y 4 tripulantes. Muchos de ellos eran jóvenes estudiantes.

Un grupo de 19 personas estaba formado por jugadores del equipo de rugby uruguayo Old Christians Club y familiares y amigos suyos que los acompañaban. El grupo iba a jugar contra el Old Christians Club de Chile. En el accidente fallecieron 10 pasajeros y 3 tripulantes.

¿Cuántos sobrevivieron?

De las 45 personas a bordo del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, fallecieron 13 en el momento del choque. Debido a las condiciones extremas que soportaron los sobrevivientes, como la baja temperatura de 30 grados bajo cero, murieron 4 personas más.

En la noche del décimo día, de repente, cayó un alud que movió al avión causando estragos en las personas que estaban durmiendo dentro. Mató a 8 personas que quedaron asfixiadas. Al final de los 72 días quedaron 16 sobrevivientes. ¡Éste es el Milagro de los Andes!

La cordillera de los Andes

La cordillera de los Andes es el conjunto de montañas más largo del mundo, con una longitud de 8500 kilómetros. Está ubicado en América del Sur y abarca territorios de Chile, Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. El choque sucedió en Chile.

La superficie de la cordillera de los Andes es de casi 3 millones de kilómetros cuadrados. El monte más alto es el Aconcagua con 6962 metros y tiene los volcanes más altos del planeta. ¿Quién podía imaginar que las personas seguían con vida 72 días después?

Antes de chocar

En el momento del descenso las nubes rodeaban al avión y la visibilidad era muy baja. El avión estaba a una altitud de 5500 metros, equivalentes a 11500 pies. En el choque contra la montaña el avión se partió a la mitad.

El descenso no se hizo directo, el avión subió y bajó varias veces. Los jóvenes jugadores de rugby bromeaban ingenuamente al respecto. Cuando uno es joven no piensa en la posibilidad de la muerte porque tiene toda la vida por delante.

La causa del accidente

El piloto y el copiloto del avión estaban desorientados sobre el punto justo en el que estaban volando. Cuando pidieron permiso a la base del aeropuerto para descender les dieron autorización sin averiguar que el avión aún estaba sobre la cordillera.

La respuesta tenía que haber sido negativa. Algunos pasajeros vieron la montaña muy cercana al avión durante el descenso.. El avión chocó contra la montaña. Se estrelló en el un glaciar que luego se llamaría el Valle de las Lágrimas, en Argentina, a 1200 metros de Chile.

Buscando el avión perdido

Durante el choque el avión se partió en dos. La cola y las dos alas se perdieron en la nieve a cientos de metros de distancia del fuselaje, donde estaban los pasajeros. Fue un verdadero milagro que hubiera gente con vida.

Apenas hubo noticias de la desaparición del avión, las autoridades comenzaron a sobrevolar el lugar del accidente. Salieron varios vuelos de reconocimiento durante los días siguientes. Era muy difícil distinguir el fuselaje blanco del avión en la nieve. El 21 de octubre se canceló la búsqueda.

Un momento de “suerte”

La inclinación con la que cayó el avión fue lo que permitió que no se desintegrara y que hubiera sobrevivientes, todos los pasajeros de la mitad delantera del avión. Si se puede decir, este fue el primero de solo dos momentos de suerte que hubo.

Imagínate estar en esa situación, en uno de los entornos más hostiles del planeta, con la mitad del avión y la mitad de la ropa y casi sin comida. Los sobrevivientes tuvieron que reinventar el modo de vivir dentro de su precariedad y devastación.

¡Está helado!

La gente estaba muerta de frío. En Uruguay hay una temperatura promedio de 20 grados aproximadamente en el mes de octubre. Ahora estaban en un pico de 30 grados bajo cero durante las noches. Tuvieron un cambio de 50 grados de temperatura.

Agarraron las fundas de los asientos para taparse. Dormían ensimismados, unos pegados a otros durante la noche para darse calor humano. El instinto de supervivencia estaba en estado de alerta en su máxima expresión. Por suerte, encontraron algo de comida para alimentarse.

Nieve, solo Nieve

Imagínate esta situación. En el hemisferio sur, en octubre es primavera. Chile es más frío que Uruguay así que llevaron ropa de abrigo liviana. Solo contaban con este abrigo para enfrentar los fríos gélidos de la cordillera. Buscaban calor humano y se acostaban juntos.

Miran al norte y solo ven nieve; al sur, nieve; al oeste, nieve y al este, nieve. Giran en rededor y solo ven el color blanco que no tiene ni comienzo ni fin, con el contraste del azul intenso del cielo y el amarillo del sol.

La esperanza de ser rescatados

El día de 24 horas se les hace de 70 horas o más. No tienen lo qué hacer. Pasan el tiempo sentados al lado del avión esperando el rescate. Tratan de no pensar en los muertos para no perder el ánimo.

Ellos están seguros de que van a rescatarlos. Mientras existe la esperanza del rescate, pueden sonreír. Encuentran una radio pequeña. Es el único contacto que tienen con el mundo exterior. Es su refugio de salvación para volver junto a sus familias a Uruguay.

La peor noticia

Estos sobrevivientes se encontraban a 3.300 metros de altura en el Valle de las Lágrimas, (nunca mejor puesto el nombre), Argentina. Ellos pensaban que estaban en Chile. ¿Recuerdas que la cordillera de los Andes abarca varios países de América del Sur?

El día 10 logran sintonizar nuevamente la radio y escuchan que se suspendió la búsqueda de los sobrevivientes pues los dan por muertos. La desazón y un sentimiento profundo de soledad y abandono recorrió sus cuerpos.

¡Se reanuda la búsqueda!

Estos jóvenes son deportistas y practican un deporte de competición, el rugby. Ese espíritu competitivo del trabajo en equipo, de no rendirse frente a las dificultades y de luchar hasta ganar el partido es lo que salvó al grupo entero.

Frente a la desesperación, no se dejaron intimidar y organizaron varias expediciones cortas en busca de llegar a la civilización pero no dieron resultado. Recobraron una nueva esperanza, escucharon en la radio que se reanudaba la búsqueda.

Se acabó la comida

Hacía tiempo que se había planteado usar los cuerpos de las personas fallecidas para alimentarse pues en pocos días se quedarían sin alimentos. Hubo mucha resistencia y llevó tiempo hacerse a la idea. Se planteó qué pensarían ellos si fueran los fallecidos.

Todos contestaron que hubieran querido que los que sobrevivieron se salvaran. Era una cuestión de humanidad. La única opción diferente era dejarse morir. Finalmente recurrieron a la antopofagia. No fue nada fácil para ellos, de hecho llegaron cadavéricos. Usaban lo estrictamente necesario para la supervivencia.

Encontraron la otra mitad del avión

Muchos se ofrecieron para salir en la próxima expedición pero no todos sentían que tenían el entrenamiento físico para tolerar semejante esfuerzo en un ambiente tan inhóspito. En la última expedición salieron Canessa, Parrado y Antonio Vizintín. Llevaban ropa abrigada y raciones de comida grandes.

Vizintín no pudo seguir la marcha. Cuando encontraron la mitad del avión perdido, él se quedó allí. Quedó con lo básico para la supervivencia. Canessa y Parrado siguieron caminando. Sufrieron mal de altura, ceguera, desnutrición, deshidratación y frío extremo.

Fallecen los últimos

En los últimos días, antes de decidirse definitivamente a salir a buscar ayuda, fallecieron las últimas 3 personas que no lograron llegar a los 72 días de supervivencia y escucharon en la radio de transistores que la Fuerza Aérea Uruguaya había reanudado su búsqueda.

Parrado y Canessa llevaban comida para 3 días. No tenían ningún equipo técnico, ni brújula, ni mapa, ni experiencia en escalar montañas. Cuando caminaban solos dijeron que si morían lo harían juntos, enfrentando así las condiciones extremadamente adversas, como la falta de oxígeno.

¡Aquí hay presencia humana!

En un momento, Canessa y Parrado llegaron a un valle en la montaña. Parrado reconoció que había visto ese lugar desde la cima de la montaña. Allí nacía un río y siguieron su camino. Les llevó 10 días llegar y solo estaban a 10 horas de distancia del avión.

De a poco fueron viendo signos de presencia humana, restos de acampes y el día 9 vieron unas vacas. Estaban tan cansados que se acostaron a dormir. A la mañana siguiente vieron a 3 hombres a caballo al otro lado del río.

Hay 3 hombres…

Les sucedió algo insólito porque cuando los 3 hombres que estaban al otro lado del río vieron a los 2 sobrevivientes, uno de ellos gritó, haciendo: ¡Mañana! ¡Otro día más para sobrevivir! El hombre regresó al día siguiente y les lanzó una nota con papel y lápiz.

Parrado le contó la situación, que estaban débiles y sin comida, que había más gente arriba, en la montaña. ¿Dónde estamos?, preguntó. Los 3 arrieros sabían de la historia de la gente desaparecida por un avión que chocó contra la montaña.

Unos arrieros los reconocen

Uno de los hombres recordó que unas semanas atrás el padre de Carlos Páez, uno de los sobrevivientes, había estado allí y le preguntó si sabían sobre el accidente del avión. ¡No podían creer que estaban vivos! Les tiraron pan.

Los 3 hombres se fueron cabalgando para llegar a la comisaría. Encontraron un camión que los alcanzó. El comando del Ejército de Chile en la zona de San Fernando se comunicó con el Ejército de Santiago, la capital del país.

Los sobrevivientes en la montaña

Mientras tanto, los sobrevivientes arriba de la montaña habían dado por muertos a sus 2 compañeros que salieron a buscar ayuda. Habían pasado varios días. Pensaron que fallecieron, y en caso de estar con vida, se perdieron y no supieron volver al avión.

Todos sentían una desesperación y un estado de locura que tenían que luchar y apoyarse entre ellos para mantener la cordura. Ni se imaginaban lo que estaban viviendo Canessa y Parrado. Tampoco se imaginaban que estaban a horas de ser rescatados.

¡La civilización!

Cuando la policía se enteró de que había sobrevivientes, se puso en marcha con urgencia toda una maniobra compleja para salvar a las personas que estaban en lo alto de la montaña. No se sabía si todos sus amigos seguían con vida, o no…

A los dos sobrevivientes que estaban abajo los llevaron a caballo a un sitio seguro llamado Los Maitenes. Les dieron de comer y les dieron camas para que duerman. ¡Camas! ¿Te imaginas la sensación que tuvieron los dos al volver a la civilización?

El pálpito de un padre

¿Qué hacía el padre de uno de los jóvenes en Chile? Carlos Páez Vilaró es el padre de Carlos Páez, uno de los jóvenes rugbistas sobrevivientes que viajó en el avión. Era un artista uruguayo, pintor, escultor, ceramista, compositor, muralista, escritor y director, que falleció en el 2014.

Siempre tuvo la certeza de que su hijo Carlos había sobrevivido a la tragedia. Cuando se enteró que se paraba la búsqueda de los sobrevivientes porque se los daba por muertos, él viajó a Chile dispuesto a reencontrarse con él. Nunca pensó que su estadía duraría 3 meses.

“Entre Carlitos y yo estaba la luna…”

Viajó con lo puesto y un poco de equipaje e incluyó ropa de su hijo. Consultó con videntes en Montevideo. Páez Vilaró juntó voluntarios para iniciar una búsqueda particular e independiente. Se fue haciendo la promesa de que volvería con Carlos.

“Entre Carlitos y yo estaba la luna que me miraba desde el cielo. Y yo le había chiflado detrás de la cordillera, como para que supiera que estaba ahí”, dice el libro que lleva el título: Entre mi hijo y yo, la luna.

La familia en Uruguay

Desde Uruguay, los familiares de los rugbistas intentaron encontrar respuestas sobre dónde estaba el avión. Varias familias acudieron a la pseudo ciencia, a videntes, astrólogos y otras. La información que recibían la transmitían a los padres que estaban en Chile.

Se enteraron de que el mejor médium del mundo era Gérard Croiset. La policía de los Países Bajos le consultaba sobre casos de desaparecidos. Colaboró pero no pudo aportar nada correcto. ¡Finalmente, fueron los propios sobrevivientes quienes encontraron el camino a casa!

¿Dónde está el avión?

El avión cayó en Argentina pero el punto más cercano para encontrarlo estaba en Chile. El lugar exacto no se conocía porque el piloto y copiloto no pudieron dar la ubicación a la torre de control del aeropuerto de Chile.

El avión estaba en el Valle de las Lágrimas en Mendoza, Argentina. Había desorientación de parte de los sobrevivientes y de parte de los equipos de búsqueda. Si no, hubieran sido rescatados antes. Incluso no se los vio durante los vuelos de rescate.

La lucha de los familiares

Mientras las familias de los sobrevivientes buscaban nexos para encontrarlos desde Uruguay, consultando con videntes y astrólogos, había familiares en Chile, esperando a que se encontrara el avión. De este modo, abrazarían a sus hijos y a otros familiares recién rescatados.

Cuando se suspende la búsqueda por parte de la guardia chilena porque están seguros de que las personas fallecieron, ya sea durante el choque contra la montaña o durante los primeros días perdidos, la familia fue volviendo a Uruguay desahuciada.

Las noticias en la prensa

Los periódicos del mundo entero llevaron la cobertura de la sensacional noticia. El mundo quedó impactado. En Uruguay, el país de origen de los sobrevivientes, los medios de comunicación solo hablaban de esto, la prensa radial, la televisión y la prensa escrita.

Aquí vemos la portada del diario argentino Clarín de fecha 23 de diciembre de 1972, el día que Fernando Parrado y Roberto Canessa fueron encontrados con vida y rescatados. El título de la nota es: “Dramático rescate en la cordillera”.

¡Milagro en la cordillera!

Los medios de comunicación contaban cada detalle que se iba conociendo, el encuentro con Canessa y Parrado, su estado físico, la localización del avión, el reencuentro con el resto de los sobrevivientes. Era una situación de emergencia, todos estaban desnutridos y cadavéricos.

Estaban al borde de la muerte. Era un milagro que se hubieran salvado. Fueron atendidos en centros asistenciales. Tenían que salir del estado de salud crítico en el que se encontraban antes de retornar a Uruguay. 13 de los 16 rescatados pasaron la Nochebuena en Santiago de Chile.

El artista uruguayo Carlos Páez Vilaró

Carlos Paez Vilaró se había quedado en Chile porque estaba seguro de que su hijo estaba vivo y que se encontrarían nuevamente. Él consultó con una vidente que le dijo que su hijo estaba vivo. Eso le dio esa seguridad que llevaba consigo, contra viento y marea.

El artista uruguayo estuvo durante 3 meses en Chile. No se sabe cuánto tiempo más se hubiera quedado. Por suerte, los sobrevivientes fueron rescatados el día 72. Él contrató un equipo de voluntarios para hacer la búsqueda de forma particular.